En este artículo, comparto la historia de cómo tomé la decisión de abandonar mi puesto de trabajo anterior, donde había permanecido durante casi 12 años. La monotonía diaria y la falta de motivación en mis funciones me llevaron a buscar un cambio radical.
A lo largo de este relato personal, compartiré las reflexiones que me llevaron a este cambio, desde los primeros pasos hasta la adaptación a las circunstancias cambiantes. Exploraré los momentos gratificantes y altibajos, así como los procesos de aprendizaje y pensamientos que experimenté durante este período. Finalmente, concluiré destacando los objetivos que he establecido para el 2024.
No entraré en detalles teóricos sobre este rol ni en debates sobre su saturación o posibles mejoras. Mi objetivo es compartir esta experiencia con quienes estén al otro lado de la pantalla, ya sea que hayan pasado por una situación similar, o bien que encuentren inspiración o ayuda en esta historia.
El inicio de todo
Hace exactamente un año, puse fin a mi larga relación laboral con una empresa en la que había estado durante casi 12 años. Necesitaba un cambio radical en mi vida profesional, motivado por la monotonía y la falta de inspiración en mi trabajo actual.
Este cambio también se vinculaba a una transformación personal que deseaba experimentar. Contemplaba la idea de mudarme de la ciudad que había sido mi hogar durante tanto tiempo, con la intención de buscar nuevas experiencias laborales y personales que enriquecieran mi desarrollo en ambos aspectos.
En resumen, mi deseo era seguir desarrollando mis habilidades técnicas, abandonar mi zona de confort, enfrentarme a nuevos retos y a nuevas vivencias laborales y personales provenientes de diferentes fuentes.
Inmerso en el caos tecnológico
Me encontré en un escenario no deseado: una pandemia y confinamiento. En medio esta confusión mental y reflexiones acumuladas, decido centrarme. Exploro el mercado IT, las metodologías y tecnologías emergentes.
En este conflicto interno, entre miedos e inseguridades, opto por documentarme, asistir a seminarios, cursos y certificaciones fuera del trabajo. Términos como orquestación, escalabilidad, IaC, CI/CD, Kubernetes, Docker, Aws, Scrum o DevOps se convierten en mi nueva realidad.
Pero surge un problema: mi brecha digital crece. Mi base técnica es sólida, pero el sector cambia muy rápido. Durante 2 años, aprendo sin poder aplicar estos conocimientos en ese trabajo. Estoy en una encrucijada: aceptar la rutina o fluir con el caos.
De la comodidad a la incertidumbre
Inconscientemente, inicio el proceso para abandonar esa comodidad laboral. Busco nuevos roles y me enfrento a entrevistas, pero el desánimo crece al no encontrar lo que estaba buscando.
Sin embargo, llega una oferta que encaja con mis necesidades y desafíos. Me postulo, paso las entrevistas y retos técnicos, y me hacen una propuesta. La primera parte del proceso es difícil: decidir si aceptar, abandonar mi cargo actual, salario, beneficios y relaciones construidas en tantos años. Surge el miedo a lo desconocido y a la futura incertidumbre sobre si estoy tomando el camino correcto.
Después de evaluar todo, decido aceptar la oferta. Luego, la última y no menos complicada parte: notificar a la empresa de tantos años mi decisión. Explico todos los detalles en una reunión, sin mentir. Lo comprenden y hasta me animan al cambio.
El camino hasta ahora
Dividiré este último año en etapas para narrar mi experiencia:
1. El comienzo
En enero de 2023, empiezo con entusiasmo en mi nueva actividad profesional. Los primeros 3 meses son de formación y adaptación, con mentoring, retroalimentación, y la inmersión en proyectos. Conozco a mis compañeros, establezco vínculos y me sumerjo en la cultura de la empresa.
Exploro los protocolos internos, las tecnologías utilizadas, y el porqué de su elección. Analizo proyectos, entornos y códigos de repositorios. Me involucro en contactos con clientes y aprendiendo rápidamente. Acepto retos internos para fortalecer mi base de conocimientos y adentrarme en la filosofía DevOps, cambiando mi enfoque en la búsqueda de información.
2. La saturación
Esta fase, que abarca los próximos 3 meses, ha sido la más desafiante.
Ahora me enfrento directamente a proyectos en producción, trato con clientes y asumo más responsabilidades. Aunque continúo mi aprendizaje adaptativo, esta etapa se complica por las metodologías, rutinas y malas prácticas arraigadas en mi antigua forma de trabajar.
La adaptación resulta más difícil de lo que esperaba. Los errores se vuelven evidentes, con consecuencias palpables. El estrés me acompaña incluso fuera de mi jornada laboral, a mi vida personal.
Noto que mi desarrollo educativo se estanca, y mi autoexigencia contribuye a un agotamiento mental. Reconozco que no haberme percatado con más anterioridad de este cambio, me está afectando. Veo con más claridad la importancia del aprendizaje continuo.
Realizo un análisis de la situación con el apoyo de mi familia y entorno laboral. Se hace evidente la necesidad de un cambio de mentalidad a corto y medio plazo.
3. La asimilación
Durante los siguientes 3 meses, experimento una reducción considerable de la ansiedad y el estrés, gracias a dos factores:
1. Continúo reflexionando y analizando mi situación
2. Comienza el verano y la carga de trabajo se ha reducido
Durante este período de reflexión, hecho la vista hacia atrás y reconozco la dimensión del cambio. Resulta abrumador y aterrador, pero me ilusiona todo lo que he aprendido.
Empatizo aún más con el caos diario que vivían mis excompañeros. Comienza un período en el que la comodidad se desvanece, y la necesidad de adaptarse persiste.
La reducción de la carga laboral en verano me facilita interiorizar lo aprendido, así como organizar y consolidar conceptos. Empiezo a comprender mejor el porqué de las cosas.
Decido reducir mi autoexigencia, permitiéndome recargar energías. La meta es encontrar un equilibrio saludable.
4. El aprendizaje continuo
En los últimos 3 meses del año, tras el verano, el ritmo laboral va aumentando gradualmente. Mi mentalidad ya no se asemeja a la de los primeros 6 meses del año.
Mis habilidades evolucionan y se adaptan a nuevos desafíos; me siento más seguro en mis acciones y aplico cambios en mi forma de pensar y actuar.
Tengo claro que esta posición implica un proceso continuo de cambio. He asumido que no es algo que sucede de la noche a la mañana. Y aunque persisten ciertas carencias, lo más importante es que ya no me genera la ansiedad del principio.
He comprendido lo que este rol representa para mí: una oportunidad constante de actualización y fortalecimiento de conocimientos a través de la cultura del aprendizaje continuo, dándome satisfacción en mi labor diaria.
Esta dinámica se ha arraigado en mi vida y se ha convertido en parte integral de ella.
El camino a seguir
Tras revisar mi primer año como DevOps, es el momento de reflexionar y organizar las ideas sobre lo aprendido.
Defino unos objetivos para el próximo año:
- Continuar con esta formación
- Consolidar, establecer y perfeccionar los conocimientos
- Orientar mi desempeño hacia el rol de Arquitecto de Soluciones
- Explorar la posibilidad de reforzar uno o dos lenguajes de programación
- Perseverar en el crecimiento mediante la reflexión de mis errores
- Modificar ciertos patrones en mis hábitos laborales
Os comparto un roadmap de las competencias adquiridas o reforzadas durante el año.
Hacia finales de año, repetiré este ejercicio para evaluar logros y establecer nuevos objetivos para 2025. Espero que este artículo sea útil para otras personas en situaciones similares o con curiosidad sobre la adaptación y cambio de un Junior en el ámbito de la gestión de infraestructuras y desarrollo de software.